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El pasado 17 de Julio, un equipo internacional de astrónomos ha logrado una hazaña sin precedentes: observar el instante exacto en que comienzan a formarse los planetas alrededor de una estrella distinta al Sol. Gracias a las capacidades combinadas del radiotelescopio ALMA, en el desierto de Atacama, y del Telescopio Espacial James Webb, se detectaron por primera vez minerales calientes en proceso de solidificación, las primeras semillas para la formación de planetas.
El hallazgo tuvo lugar en HOPS-315, una protoestrella ubicada a 1.300 años luz de la Tierra y considerada un análogo del Sol en su infancia. Allí, en una zona equivalente a la órbita del cinturón de asteroides en nuestro Sistema Solar, los investigadores encontraron señales de monóxido de silicio tanto en estado gaseoso como formando minerales cristalinos, indicio de que la materia sólida está empezando a condensarse.
“Es como mirar una fotografía de nuestro propio Sistema Solar cuando apenas comenzaba a formarse”, explica la profesora Merel van ‘t Hoff de la Universidad de Purdue. La identificación de este proceso, nunca antes visto fuera de nuestro entorno, ofrece un modelo único para estudiar los primeros pasos de la formación planetaria.
El descubrimiento no solo aporta pistas sobre cómo se originó la Tierra, sino que también abre nuevas oportunidades para investigar sistemas solares jóvenes en toda la galaxia. Según Elizabeth Humphreys, directora del Programa Europeo de ALMA, “este resultado muestra la fuerza combinada de ALMA y James Webb para explorar los orígenes de mundos como el nuestro”.
El estudio, publicado en Nature, marca un hito en la astronomía moderna y convierte a HOPS-315 en un laboratorio natural para comprender nuestra propia historia cósmica.

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